viernes, 4 de julio de 2014

La Dignidad - R.·.H.·. David Canales Perea

R.·.H.·. David Canales Perea

LA DIGNIDAD

El hombre, por su naturaleza misma, se manifiesta, se expresa; y en esta dinámica y en este quehacer, se autorealiza. Este estudio es abordado por múltiples disciplinas que, cada una nos permite tan sólo una visión parcial y muy particular. 
Lo cual dificulta una interpretación auténtica del hombre tal como es. Pretendemos demostrar que el camino que nos ha de llevar 
a una interpretación no total pero si integral, es a través de nuestras herramientas que nos permita trabajar el ARTE REAL como tal . Vosotros os preguntareis  que nos alejamos del tema que queremos tratar. Pensamos que al hablar de dignidad, estamos hablando de asuntos estrictamente humanos. El hombre como parte y miembro de este concierto natural debe manifestarse, expresarse, con una calidad 
que tan sólo le es inherente a él: Dignidad.
Nuestra tradición, nuestra herencia, indudablemente que está velada, incluso para poder llegar cuasi plenamente a alcanzar la Luz debemos seguir nuestros respectivos grados: Aprendiz, Compañero y Maestro. Pero lo que nunca debemos olvidar que el eje principal es el hombre. 
Si bien es cierto que el tema en el primer grado es el hombre y la humanidad; en el segundo, la ciencia y los misterios de la naturaleza; 
y en el tercero, la trascendencia; todos están estrictamente vinculados con el hombre en sus diferentes manifestaciones y expresiones. Dejo constancia que el Maestro, como característica principal de su grado, debe manejar el lenguaje universal; quiere decir que su mensaje debe ser asequible a los tres grados y cada cual debe interpretarlo de acuerdo a la posición de su escuadra y su compás. Cuando nos referíamos que el tema del hombre siempre ha sido preocupación interdisciplinaria y que cada una de ellas nos da un respectivo ángulo del asunto, es también cierto que nos permite el enfoque particular y aún siendo particular nos aproxime en cierto modo a nuestro tema. No olvidemos que nuestra esencia radica en alcanzar un sistema peculiar de moralidad que está velado por alegorías y símbolos. Y una de las tantas alegorías es la escala de Jacob. Siendo el primer peldaño el sentido común. En este primer paso adquirimos una posición que nos da la capacidad de diferenciar al hombre. En el segundo peldaño ya el asunto requiere de un método, de una sistematización que sólo la ciencia nos la permite. En el tercer peldaño escudriñamos la esencia, cuestionamientos estrictamente circunscritos en el ámbito del conocimiento puro; esto es filosofía. El paso a peldaños superiores nos permite encontrar las limitaciones dejadas abajo. En el cuarto peldaño, nos aferramos a algo más que el conocimiento que, como tal no lo puede explicar; esto es la fe, campo estrictamente de la Teología.  Quinto peldaño, todo lo anterior, todo lo ascendido se involucra en un comportamiento, en una conducta: el hombre consigo mismo, con sus semejantes, con su entorno establecido con reglas y con imperativos, en general con regulaciones. Es ético y moral. En el sexto peldaño nos debe auxiliar nuestras sensaciones. Vuelvo a recalcar que si bien este proceso es ascendente, no queremos decir que este movimiento tenga una manifestación jerárquica. No olvidemos que estamos hablando, que estamos trabajando, que estamos construyendo. Somos constructores, somos masones especulativos. Decíamos que como herederos de toda esta rica tradición, vivimos como artista que somos en la búsqueda de la belleza, expresar cosas bellas, admirarnos ante cosas bellas. El sentido común nos da la ecuanimidad. La ciencia, una perspicacia sistemática y metódica para desentrañar lo que es verdad y falsedad. La filosofía, para auscultar en la esencia misma de la respuesta a cuestionamientos propios del conocimiento. La teología, a sostener aún más esa actitud natural que deja de ser ingenua y se aferra a algo estrictamente espiritual: la fe. La moral y la ética, a presenciar al hombre como ser activo, regulado en sus diferentes acciones. Y ahora el arte, a cautivarnos, a sentir, a apreciar  las cosas bellas. La palabra como poesía, el sonido como música, el color como pintura, la forma como escultura, el movimiento como danza, la estructura como arquitectura. La integridad es el ARTE REAL. Como practicante, como devoto, debemos superar: el sentido común, la ciencia, la filosofía, la teología, la moral y la ética. Somos artistas. El hombre que trabaja con las manos es un artífice, el hombre que trabaja con las manos y el cerebro es un artesano, el hombre que trabaja con las manos, el cerebro y el corazón, es un  artista. Nosotros tenemos vocación de artistas: ARTE REAL. En el séptimo peldaño vamos a vislumbrar toda la naturaleza, incluyéndonos a nosotros  mismos; la grandiosidad, el esplendor de la magnificencia, lo diminuto y espectacular. Hemos trabajado en las diferentes posiciones de nuestra escuadra y de nuestro compás: 360° que nos lleva a un nuevo inicio pero ahora, establecido con fuerza.
La dignidad es la cualidad del hombre de ser digno, de obrar como hombre. Cuando tratamos de averiguar la frase délfica: "Conócete a ti mismo", cuestionamos nuestra razón de ser. Si bien Sócrates le dio una dimensión que le permitió hallar el ideal de la sabiduría, nosotros sostenemos que, el hombre debe manifestarse como tal. Una de las primeras interrogantes es encontrar el sentido, la posición de: el hombre al servicio de la naturaleza, o la naturaleza al servicio del hombre. No olvidemos que no somos seres aislados, señores disfrutando privilegios, o al feudo o al reino, o a cualquiera potestad. El hombre para encontrar el sentido de sí mismo, se expresa, se manifiesta con el equilibrio anteriormente mencionado. En esa afanosa búsqueda, primero debe ser maniobrero: la grúa es su alegoría. Luego en el trazado de su vida busca el equilibrio anteriormente mencionado, consigo mismo, con los demás y con la naturaleza: es geometría. Al tratar de estructurar y hallar la armonía obedeciendo un movimiento global, como parte de un todo, de una estructura:trasciende; reconoce y siente el amor en su manifestación genuina: GLORIA AL ALTÍSIMO.
El artista, el operario del ARTE REAL, en esta afanosa búsqueda, en esta lucha infatigable, se encamina en un sólo sendero: ser más de uno, ser más específico, con personalidad definida, con actos más espontáneos que le permita llenarse de espiritualidad. Ser mejor hermano, mejor vecino, ser un ciudadano universal. La latitud y la longitud de su comportamiento está en función de sus actos espontáneos que siempre deben expresar belleza. Una obra bella es expresión de amor; un sentimiento puro es bello. Es la belleza la que nos ha de permitir establecernos con fuerza.
RR.·. y QQ..·.HH.·. las palabras nos quedan cortas para poder manifestar la emoción de este trazado. Continuando con la dinámica de nuestra tradición me voy a detener aquí. Porque todos nosotros debemos de desbastar nuestra propia piedra, trabajo personal e íntimo y siempre recordemos: "El verdadero artista no ama la alegoría. Cuando se le impone, la domina y la anula dentro de la forma, sacando de la forma misma el sentido que siempre encierra. La alegoría, en cambio, domina al falso artista, a quien la forma nada puede enseñar. La alegoría es la caricatura del símbolo, mientras que el símbolo es el rostro viviente de la abstracción realizada. La alegoría se limita a señalar la presencia de la abstracción por medio de los atributos exteriores". (Elie Faure: Historia del Arte).
Dignidad es ser el hombre auténtico al cual nunca dejemos de olvidar. Ritmo, armonía y ley.

SALUD, FUERZA Y UNIÓN.
R.·.H.·. David Canales Perea
L.·.B.·.C.·.R.·.L.·.S.·. "Estrella de Italia" N° 49
Vall.·. de Lima, Abril del 2000.